17/6/09

Las siete y media: Capítulo cuatro

-Siéntense, ya saben donde tienen los asientos.
-Disculpe, ¿cómo que va a venir mi ex mujer? Llevo dos años sin verla. ¿Cómo se supone que debería actuar?
-No lo sé. Nunca he estado en esa situación. Soy felizmente casado. Tal vez debería de hacer como la gente en las películas. Actúe educadamente, pueden darse dos besos o la mano.
-La mano es demasiado frío.
-Pues dos besos.
-No estoy preparado para los dos besos.
-No la salude.
-¿Está usted hablando en serio? ¡Ni que yo fuera un monstruo!
-Es usted sospechoso de dos asesinatos, no saludar a su ex mujer a la que lleva sin ver un par de años no creo que le convierta a usted en un monstruo. En cuanto a su pregunta, no, no estaba hablando en serio. Claro que debe saludarla. Pruebe con los dos besos. No va a estallar el mundo.

Robert Allen sacó su móvil para mirar la hora. Dos minutos más de esta conversación y delataría, si falta hiciera, que fue él quien asesinó a Kennedy con tal de huir de esa charla asquerosa. El teléfono estaba apagado. La pantalla era negra y a través de ella vio reflejados a los tres invitados. Dió un salto y gritó: "Jack Frost".

-Siéntese, señor Allen.
-De acuerdo, de acuerdo. Pero... ¡no puedo creerlo, es Jack Frost! Es mi ídolo musical.
-En realidad no me importa.-El comisario se pone en pie y comienzan las presentaciones.-Señores Erns y Robert, estos son Jack Frost, Sylviane Agacinski y Ray Stantz.

Robert se abalanzó sobre Jack describiéndole su infinita pasión y admiración por todas las canciones que había hecho y todas las letras que había escrito. Parecía que Robert supiera más de Jack que el propio Jack.
-He leído treinta y cuatro biografías de tu vida. Se tu fecha de nacimiento, el lugar donde naciste, donde te criaste, las notas que sacaste en la EGB, tu nota de corte tras la reválida, todos los trabajos a los que te has dedicado, el nombre de todo el arbol genealógico tuyo de diez generaciones...
-Me preocupa que sepas todo eso.
-¿Por qué?
-Me haces pensar que eres algo raro.
-Jack, ¿por qué dices eso?
-Porque parece que estés robándome el alma, tío.
-A ver, a ver... entremos en situación. Llevo toda mi vida dedicandome a conocerte poco a poco porque te admiro y no creo que las primeras palabras que intercambie contigo sean tan despectivas.
-Si has leído tanto sobre mí, deberías saber lo mucho que me gusta tocar los cojones, provocar y pasar de los pelotas insaciables.


-Hola, Sylviane.-Le de dos besos.-¡Cuánto tiempo! ¿Cómo te va la vida?
-Estupendamente, acabo de casarme.
-¿Si? Eso es fabuloso. ¿Con quién?
-Con Bauhaus.
-¿Bauhaus? ¿Pero qué le has visto a ese hombre?
-Es bueno y se preocupa por mí. No s un asqueroso fetichista que abandona a su mujer y su hijo por ir a fiestas, por no decir orgías, de disfraces y a practicar rarezas sexuales.
-Sabía que esta conversación se volvería más tensa de lo que en realidad debiera ser.


-Por favor, señores, entremos en materia... el señor Stantz no conoce a nadie y se está aburriendo. Siéntense todos, por favor.
-Señor Stantz, tiene el nombre de Dan Aykroyd en los cazafantasmas: Ray Stantz. ¿A qué se dedica? Y no me diga a cazar fantasmas.-Dijo Erns sentándose con media sonrisa.
-En vez de cazar fantasmas, me dedico a cazar ratones.
-Interesante.
Silencio incómodo.
-¿Y qué tal la vida?
-Bien.
-Vale...
-Si...

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